domingo, 13 de diciembre de 2015

Cuando vuelan los aviones



Era una noche de verano. Julián cenaba una hamburguesa en el jardín cuando el cielo se llenó de ruido.
_ ¡Mira abuela, otro avión!
A sus seis años y quizá porque desde pequeño había viajado en ellos le divertía mucho verlos atravesar el cielo.
A Albalad, aquel ruido le asustaba. Quizá porque nunca había conocido la paz.
_ ¡Mamá, un avión! – quiso gritar. Pero apenas había abierto la boca cuando se vio envuelto en una nube de polvo y cascotes que le golpeaban el cuerpo. El impacto ni lo escuchó.
Cuando el polvo se disipó ya no pudo ver su casa, ni a su madre…tan solo ceniza y ruinas hasta donde le alcanzaba la vista.

Mientras, Julián, en aquel lejano jardín, le seguía contando a su abuela que el año que viene iría en uno de esos a Disneyland.





sábado, 5 de diciembre de 2015

La vida sobre ruedas


En la silenciosa penumbra de la habitación estalló el estruendoso pitido del despertador. Eran las seis de la mañana.

Nacho, Jorge y Andrés, apuraban las últimas copas y ponían fin a toda una noche de juerga mientras María, adormecida, apagaba el aparato y se desperezaba. Recostada en la cama, ponía el día en orden mentalmente cuando el despertador sonó por segunda vez. Lo paró y, con un suspiro de ánimo, se encaminó a la ducha.

Tras despedirse de los porteros y los camareros, los tres amigos salieron; entre bromas y risas, a la calle, donde una fina pero insistente lluvia les acompañó en busca del automóvil.

Se había demorado mucho en la ducha, pero a pesar de la pequeña prisa y con el último bocado del desayuno aún en la boca, María, se da la última mirada en el espejo retrovisor de su coche antes de emprender el camino al trabajo. era un día en el que es trayecto -que ya de por sí era largo- se haría todavía más tedioso por la lluvia, así que estiró una mano, presionó el dial y sintonizó su canal preferido.
Quizá fuese una sensación provocada por el hastío del día, pero esa mañana, la música que envolvía el interior del vehículo resultaba un poco aburrida. No había recorrido ni tres kilómetros de carretera cuando cambio de emisora. Mientras, pensaba que en el fondo le gustaba oír los magazines de radio matinales. Una leve sonrisa de complicidad consigo misma se dibujó en su cara.

Los tres chicos continuaban la fiesta en el coche, aunque ya, un poco más apagados, sintiendo los efectos del alcohol. Reían mientras recordaban las anécdotas de la noche. Jorge, estaba contando como Nacho, con un tropiezo tonto, había desperdiciado las últimas rayas de coca. Andrés, a quién el suceso no le había hecho especial gracia, llevaba un rato soltando comentarios con un tono que iba del humor a la ironía.
- Claro,  como a él no le cuesta le da igual- dijo Andrés mientras miraba de reojo a Nacho.
Este, se estaba empezando a cansar de las ironías que Andrés lanzaba una y otra vez, por eso, le contestó fríamente:
- ¿Qué pasa tío? Déjate de frasecitas irónicas y si quieres decirme algo, dímelo directamente.
- Yo no he dicho nada- replico Andrés levantando los brazos en un gesto de "a mí que me registren"
- No, claro,- se indignó Nacho, -no has dicho nada...pero llevas media hora tocándome los cojones con ironías. Ya se que te debo dinero.
- Oye, no te pongas así, que el que sale perdiendo soy yo ¿eh? ¡Que la pasta te la dejé yo!

Los kilómetros para llegar a casa se iban acortando. Mientras, los dos chicos continuaban con la discusión que cada vez era más subida de tono. De fondo se oía la voz de Jorge intentando calmar el ambiente.
Nacho tenía ganas de llegar y deshacerse de Andrés. Por eso, pisó el acelerador y aumentó la velocidad hasta el punto que Jorge; que iba sentado en el asiento trasero, empezaba a asustarse.
- Nacho, tío, ¿no vas un poco rápido?
- Déjale, para una vez que no conduce como una nena- soltó Andrés.
Nacho, no contestó, pero las palabras de Andrés le hirieron tan profundamente que sintió unas ganas tremendas de vengarse de éste.
Conocía la carretera, sabía que aunque hubiese una línea continua, el espacio y la visibilidad eran suficientes para adelantar al camión antes de llegar a la curva. Volvió a acelerar.
- Nacho, ¿qué pretendes?, ¡el camión tío! ¡frena!- gritó Andrés, que se había agarrado firmemente a la puerta y al asiento.

María conducía absorta en sus pensamientos mientras la radio soltaba la verborrea de los presentadores matinales. Salió de la curva. Dos enormes faros, anularon sus pensamientos y callaron la verborrea. Todo fue un segundo.


lunes, 30 de noviembre de 2015

Satisfacción eterna




Y restos de lágrimas en las mejillas se le secaban mientras avanzaba por el pasillo.

La nota que había enviado el equipo de rescate: "Encontrado a siete mil quinientos metros de altura. Sin constantes vitales; pero sonriendo y con restos de lágrimas en sus mejillas congeladas." no le dejó lugar a dudas en su decisión.

- Que descanse en la cumbre- había dicho mientras salía de la habitación.

domingo, 29 de noviembre de 2015

Lágrimas de Sangre




Imagen de Charis Cavera



Y de repente estaba ahí. Fuerte, robusto, con una belleza que no conocía límites y cargado de riquezas impensables.
Unos dicen que apareció entre la bruma de una explosión; otros que una mano misteriosa le dejó en ese lugar.
Sea como fuere ahí estaba. Vagando. Solitario.

El tiempo iba pasando y su belleza y su riqueza lejos de empequeñecer no hacían sino aumentar, y él vagaba...orgulloso, pero solitario. Hasta que llegó un momento en que ese orgullo se convirtió en rabia y esa soledad en pesadumbre. ¿De qué le servía tanta majestuosidad si no tenía con quién compartirla?
Aquella situación le llegó a provocar tal desazón que enfureció, y así, convirtió su belleza en poder y sus riquezas en armas.
Durante mucho tiempo batalló contra sí mismo convirtiéndose en verdugo y víctima de su propio poder.
Heridas abiertas que llenaron su cuerpo de protuberancias, líquido anegando todas sus cavidades y orificios abiertos que desde lo más profundo vomitaban toda su ira fue lo que quedó después de aquella larga contienda.

Calmado por la extenuación de aquella ferocidad y cuando ya se había resignado a su vida en solitario se dio cuenta de que un pequeñito ser, como queriendo huir de un ahogamiento seguro, luchaba por salir de una de esas cavidades anegadas.
Al fin tenía compañía, alguien con quien compartir su riqueza y que agradecido admiraría su belleza. No lo dudó ni un instante y con mimo y todos los medios a su alcance ayudó a ese ser para que no pereciera.
Y quiso el destino que aquellos dos seres vivieran unidos por el resto de sus días.
El uno, con el único fin de que aquella pequeña criatura creciese, evolucionase y le acompañase en su andadura puso a su disposición, y sin condición alguna, todo cuanto poseía: refugio donde guarecerse en las frías noches, agua de los más ricos y hermosos manantiales, alimento con qué saciar su hambre y el aire más puro y limpio que existía en el universo.

Así fue pasando el tiempo hasta que ese ser pequeñito, víctima de su propia evolución, creyó ser más fuerte, inteligente y superior que aquel que le vio nacer.
Ya no tomaba las cosas con respeto como había hecho al principio de los tiempos. Ya no las consideraba un regalo, simplemente le pertenecían.
Cuanta más riqueza conseguía más crecía su avaricia y cegado por ella no se detuvo ante nada. Tenía que satisfacer su ambición por encima de todo.
Contaminó las aguas, quemó los bosques, ensució el aire, manipulo los alimentos y hasta olvidó quién era su creador. Le maltrató, le castigó, le vapuleó, le hirió y le sodomizó.
Este, agonizante, sólo pensó en defenderse de aquella creación que acabó convirtiéndose en su propio cáncer.

Y así, el planeta Tierra, hoy es brutalmente asolado por erupciones volcánicas, huracanes, inundaciones, terremotos y un sinfín de catástrofes que no son sino las lágrimas de sangre de este, mi querido planeta.